Fisiología y digestibilidad
La fisiología del ejercicio es la ciencia que estudia las respuestas a adaptaciones del cuerpo humano al esfuerzo físico, que varían en función de múltiples factores, como la intensidad, duración o la frecuencia de la actividad física desarrollada; la edad, la alimentación, el ambiente y la genética de cada individuo.
Las adaptaciones pueden ser:
Agudas: perduran durante un tiempo breve y se producen en respuesta a una sola sesión de entrenamiento; por ejemplo, el aumento de la producción de calor.
Crónicas: perduran durante un periodo mayor y se producen en respuesta a varias sesiones de entrenamiento realizadas durante varios días, por ejemplo, el aumento de masa muscular.
Sistemas energéticos
El concepto de sistemas energéticos hace referencia a la forma que tienen la célula muscular de abastecerse de energía (ATP) para la contracción. Es la capacidad de extraer energía desde los nutrientes como alimentos, y llevarla a los elementos contráctiles de los músculos, lo cual influye en gran medida sobre el rendimiento deportivo.
La energía de los nutrientes no es utilizada directamente por el musculo, sino que es cedida al ATP para mantener los niveles adecuados de energía. Este compuesto altamente energético que transporta energía química es utilizado directamente por las células del organismo que va a realizar algún tipo de trabajo, por ejemplo, la contracción muscular.
En el organismo contamos con 3 sistemas energéticos, en donde la fibra muscular se abastece de energía según las diferentes variables previamente mencionadas.
Los sustratos que tiene el cuerpo para abastecerse de ATP son las fosfocreatina, el glucógeno muscular y hepático, los triglicéridos del tejido adiposo e intramusculares y en menor medida, las proteínas. Cuando comienza la actividad el abastecimiento de energía es realizado sincrónicamente por 3 sistemas: sistema de la fosfocreatina (ejercicios de corta duración y alta intensidad), glucolítico (ejercicios de intensidad media a alta con duraciones medias), y oxidativo (ejercicios de baja intensidad y larga duración). El predominio de un sistema sobre otro depende fundamentalmente de la intensidad del ejercicio y de otros factores como la duración, las reservas energéticas, la condición física, el tipo de ejercicio.
Durante actividades de baja intensidad, se utilizan las grasas reservadas en el organismo como combustible energético. Con intensidades mayores, tienen predominio los hidratos de carbono.
Digestión y absorción de nutrientes.
A la hora de seleccionar los alimentos que van a consumir los deportistas, es necesario conocer cuál es su recorrido, desde que se ingieren hasta que llegan a cumplir su función, no solo para cubrir las necesidades de nutrientes sino también para prevenir complicaciones gastrointestinales.
El sistema digestivo es el encargado de incorporar nutrientes al medio interno, y se caracteriza por cumplir las 4 funciones básicas: motilidad, secreción, digestión y absorción.
Motilidad.
Se encarga de la manipulación mecánica de los alimentos, disminuyendo su tamaño (masticar y retropulsión gástrica). Por otro lado, hace progresar los alimentos o sus productos de degradación, con un patrón que permita el óptimo tratamiento químico posterior.
Secreción.
Se encarga de aportar ácidos y enzimas, que intervienen en la preparación (degradación) de los alimentos, para que puedan ser incorporados a circulación sanguínea. Las funciones de motilidad y secreción están reguladas por mecanismos nerviosos y hormonales, que son los encargados de informar sobre lo que está sucediendo en el tubo digestivo.
Digestión.
Se encarga de transformar el alimento en moléculas que puedan absorberse.
Absorción.
Se encarga de incorporar nutrientes y fluidos al torrente circulatorio, mediante diferentes mecanismos de transporte localizados en las mucosas de las células.
La secuencia del recorrido de los alimentos sería la siguiente;
La comida entra en el estómago unos segundos después de tragarla. Si contiene poca cantidad de grasas, sale del estómago en tres horas aproximadamente. Los alimentos ricos en grasas o proteínas pueden permanecer en el estómago el doble de tiempo. La comida semidigerida, llamada quimo, llega al punto medio del intestino delgado unas 3 horas después de salir del estómago. En esta etapa ya se han absorbido muchos nutrientes. A las 8 horas, después de tragar el alimento, los residuos acuosos y no digeribles, llegan al final del intestino delgado. El esfínter ileocecal, es el principio del intestino grueso. A las 20 horas de haber ingresado el alimento puede estar llegando a la mitad del intestino grueso, donde una gran cantidad de agua de los residuos se ha extraído y ha sido reabsorbida. Durante 12 36 horas que pasa en el intestino grueso, el residuo liquido se transforma en heces semisólidas. Las heces llegan al recto, el extremo del intestino grueso, entre 20 y 44 horas después de haber tragado el alimento.